Los autos autónomos están cada vez más cerca de ser una realidad.
Waymo, la empresa de Alphabet Inc. dedicada a su desarrollo, ya realiza 150.000 viajes pagos por semana en tres ciudades (Los Ángeles, Phoenix y San Francisco). Además, acaba de recibir $5,6 mil millones de dólares de inversión externa para impulsar su tecnología.
ANTECEDENTES
Los autos eléctricos en el 2023
El 2023 será el año de poner en el mercado vehículos eléctricos, pero las compañías de automóviles tradicionales se encuentran con que no saben hacerlo bien. Demasiados años intentando ridiculizar al vehículo eléctrico. La transición a los híbridos, les llevó a poner en el mercado vehículos ecológicamente absurdos, con lo peor de ambos mundos. Ahora, intentar vender vehículos eléctricos a través de una red de concesionarios no tiene sentido, y los concesionarios, que lo saben perfectamente, se resisten a ello. Y obtener las prestaciones de los eléctricos punteros cuando tecnológicamente estás muchos años por detrás, menos aún.
Ahora, les entran las prisas y todo es muy estratégico:
GM cambia su logotipo para que se parezca más a una app de smartphone y contrata a Malcolm Gladwell como portavoz afirmando que estamos ante un tipping point tecnológico
Nissan anuncia una inversión de 17,600 millones de dólares en el desarrollo de vehículos eléctricos durante los próximos cinco años,
Ford se apresura a triplicar la capacidad de producción de su Mustang Mach E eléctrico.
En lugar de reconceptualizar completamente los vehículos y repensarlos desde cero como eléctricos, siguen simplemente haciendo lo que hacían antes, solo que con motor eléctrico.
Las cadenas de valor hiper-fragmentadas de la automoción convencional, cuando se trata de obtener acceso privilegiado a materiales como microprocesadores, baterías de última generación o a sus componentes, se convierten en un auténtico problema, y la integración vertical queda muchos años atrás como para que algún directivo actual se la plantee. ¿Vender sin concesionarios?
Cuando ya es completamente evidente que el vehículo de combustión interna es un producto obsoleto y el fenómeno de sustitución no va a ser ni mucho menos un uno a uno: el futuro no está en la posesión de un vehículo eléctrico, sino en el uso del vehículo como servicio, particularmente a medida que estos se hacen autónomos.
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