El lanzamiento de la cápsula Crew Dragon con astronautas a bordo destaca el inicio de un nuevo modelo de negocio espacial, que deja muy atrás el costoso y lento proyecto de la NASA y el gobierno de Estados Unidos de seguir construyendo naves espaciales por su cuenta.
La nave Crew Dragon intentará nuevamente llegar hasta la Estación Espacial Internacional (EEI) con los astronautas Bob Behnken y Doug Hurley a bordo, quienes cuentan con casi 10 años de experiencia en el sector espacial.
Estos viajes no suceden desde que el transbordador espacial se retiró hace casi una década.
El acuerdo de SpaceX y la NASA permitirá que exista una mayor colaboración entre compañías privadas y el gobierno de EE.UU. en el futuro. Esto podría reducir la dependencia de USA de programas espaciales extranjeros. Desde 2011 la NASA se vio obligada a utilizar el sistema de lanzamiento ruso del Soyuz para enviar a sus astronautas a la EEI, pero ahora recupera su autonomía al dejarlo en manos de compañías privadas.
En sus inicios, SpaceX sobrevivía con recursos limitados, por lo que se ha forjado una reputación de reutilizar todas las cosas que pueda encontrar. Incluso utilizó un tanque de nitrógeno líquido que halló en un antiguo sitio de lanzamientos de Cabo Cañaveral.
Si la misión Demo-2 de Crew Dragon llega a ser un éxito, SpaceX seguirá adelante con las seis misiones más que tiene que cumplir bajo el contrato de 2,600 millones de dólares con la NASA.
Boeing también tiene un acuerdo similar por 4,200 millones de dólares para transportar tripulantes a la estación espacial en su nave CST-100 Starliner.
El siguiente gran objetivo será el éxito de la misión Artemisa, que pretende llevar a un hombre y una mujer a la superficie lunar en 2024
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